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*Este texto fue traducido del Ingles para esta convocatoria.
Douglas Smith es tres veces ganador del Premio Canadiense Aurora. Su pagina es www.smithwriter.com, su cuenta de Twitter es @smithwritr
-No es nada. Dice el, no es al primera vez.
Ella mira mientras el se acomoda la corbata en el espejo del pasillo. Para que no tenga que hacer contacto visual, piensa ella.
-¿No le temo a nada? Dice ella. Entonces debo ser audaz. No me siento audaz.
Inclinándose en el marco de la cocina, ella abrazo su descolorida bata azul alrededor de ella como si estuviera manteniendo unido el universo. Ella se queda en casa. Nuevamente.
El sacude la cabeza. El lo hace mas a menudo últimamente.
-Digo no hay nada allá afuera que temer. El toma su maletín, listo para otro día.
Pero ella sabe que no es simplemente otro día. mas.
-Nada allá afuera. Ella repite.
-Nada. El se para frente a la puerta al frente del pequeño bungalow. ¿Vas a tu trabajo?
El sabe que no, ella piensa. Pero si no preguntara significaría que acepta lo que esta pasando. Y entonces el tendría que creerlo.
-No. Ella dice.
Ella observa como los músculos de la mandíbula de el se aprietan, disfrutando la claridad del predecible estimulo y respuesta.
-Bien. Dijo el de golpe, y salio.
Ella escucha el carro salir, sintiéndose no menos sola que cuando el estaba ahí. Ella se arrepentía que el estuviera molesto, pero el no entendía.
El no entendía. que estaba en lo correcto.
Ella no tiene miedo a nada.
Ella se prepara una tostada de pan y café, tomando confort en su rutina. Legados mundanos de la manera como solía ser su mundo.
En la mesa de la cocina, ella saborea el olor del café, el calor de la taza en su mano, los bordes filosos de la tostada de pan en su boca, el sonido del tronido, la dulzura de la jalea. Cada uno de sus sentidos se vuelven una linea de vida, deslizándose fuera de ella, buscando algo tangible en una realidad que se desvanece a lo cual pueda anclarse ella.
Mas tarde, sentada en el sofá, ella sostiene el teléfono en su regazo y sorbe café incluso ya frio, tardándose.
Finalmente, ella le marca a sus padres, marcando el código de área que esta a distancia de un vuelo de avión, y después su numero como si fuera la combinación para un candado. Lentamente, con cuidado. Ella escucha, después cuelga.
Ayer, sonó y sonó. Hoy, ni siquiera eso. Silencio.
Nada.
Un sentimiento de perdida le llena, pero sabe viejo y viciado. Ella se da cuenta que perdió a sus padres hace mucho tiempo, cuando su aura de protección que le daban desapareció. No pueden salvarla. Ni siquiera pudieron salvarse a ellos mismos.
Planeando distraerse a ella misma limpiando la casa, prende la radio para algo de música, pero no puede encontrar su estación favorita. Elige otra y comienza a limpiar. La estación pronto se desvanece. Ni siquiera estática.
Tres estaciones mas. Lo mismo. Ella apaga la radio y deja de limpiar.
Ella piensa en dormir pero decide contra ello. Incluso sus sueños están vacíos. Ella se sienta y espera.
El llega a casa a la misma hora, pero algo ha cambiado.
-¿Que sucede? Pregunta ella mientras cenan algunas sobra y silencio.
-Nada. El dice. Ella espera. Ella sabe. Finalmente, el habla nuevamente. He visitado a mi cliente.
Ella sabe cual es. A las afueras de la ciudad.
-¿Si? Ella pregunta, sabiendo lo que dirá a continuación.
-Se fueron. El dice.
-¿Cerraron el negocio? Ella dice, jugando el juego por su bien. Pretendiendo que el mundo esta normal.
-Se fueron. No hay nada allí.
-¿Nada?
Ella levanta la mirada cuando no responde. El baja su cuchillo y tenedor, y ella disfruta el solido clic-clic que hacen cuando los pone en la mesa de la cocina.
El encuentra su mirada finalmente. El abre su boca, pero no salen palabras. Levanta el cuchillo y tenedor nuevamente, los estudia como si no supiera si fueran reales. Agita su cabeza y continua comiendo.
El pretende como si no hubiera pasado. Pero ella esta mas allá de pretender. Ella lo vio en sus ojos. El sabe.
El se va a la cama temprano. Ella se queda despierta, viendo la televisión, cambiando canales, uno por uno, las estaciones de la ciudad han dejado de transmitir.
Ella sigue cambiando. La ultima estación desaparece. No hay patrón de prueba. No hay estática. Solo un desvanecimiento lento a una pantalla puerta.
Ella apaga la televisión y se sienta en la oscuridad. Dormir no es una opción. Ella teme a lo que podría despertar. O que llegara mientras duerme.
El reloj muestra que es de mañana. Ella no abre las cortinas. El gris que repta alrededor de los bordes no es luz.
El debería estar despierto a esta hora. Ella escucha por los ruidos que hace en la mañana.
Nada.
Ella se levanta y camina arriba, pies silenciosos en la alfombra vieja. Allá arriba, el piso, el techo, la pared se ven delgadas, insubstancial. Una palidez exuda debajo de la puerta del cuarto, mas un rechazo de la oscuridad y la luz que un color.
Dejando la puerta sin abrir, ella se aleja. Es demasiado tarde parea el. El se ha ido.
El es nada.
Ella baja las escaleras y se sienta en el sofá. A esperar. Sola. Ahora realmente esta sola.
Viene, comiendo primero alrededor de las esquinas del cuarto, devorando paredes y techo, arrastrándose a través de la alfombra recién aspirada hacia ella. Se da cuenta, que mientras consume el espacio alrededor de ella, que ella es el centro de una menguante bola de realidad. O tal vez, ella piensa mientras se acerca, que este mundo esta simplemente escapando para unirse a eso.
Aquello la toca. Y ella lo sabe.
El tenia razón. Acerca de lo que ella temía.
No es nada.
La nada. Vacío. Nada existe aquí. No hay luz, no hay sonido, no hay olor, no hay sabor. Nada que tocar o que pueda ser tocado. Solo sus pensamientos existen aquí, e incluso comienzan a escaparse, no para escapar, sino para unirse al vacío.
Mientras la abandonan, ella siente como se une a eso. Pronto no habrá identidad, no habrá separación de eso, no habrá ella.
Sus últimos pensamientos se forman, departen.
Ella...
es...
...
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